RECONCILIACIÓN
La Gracia de la Reconciliación
Dios en su infinita misericordia nos otorga el regalo de la reconciliación. Jesús nos enseña y nos invita a amar con todo lo que somos a Dios y a nuestro prójimo; así estamos invitados a vivir. Sin embargo, tenemos que reconocer que no siempre vivimos así.
Por medio de este sacramento, confiando en la inmensa misericordia de Dios, reconocemos nuestras faltas, liberándonos de un peso que nos quita libertad y alegría. La reconciliación nos permite abrirnos de nuevo a Dios y a la comunión de la Iglesia con el fin de hacer posible un nuevo futuro, y experimentar nuevamente la paz, la tranquilidad de la conciencia y un profundo consuelo espiritual.
Conviene preparar la recepción de este sacramento mediante un examen de conciencia hecho a la luz de la Palabra de Dios.
La reconciliación se celebra generalmente siguiendo este orden: Saludo y bendición del sacerdote; confesión de los pecados; absolución; la reparación o penitencia (es un signo concreto que pone de manifiesto el compromiso de cambiar).
Preguntas frecuentes
¿Cuándo está disponible el sacerdote para confesarme?
Podés confesarte media hora antes de cada misa en Niño Jesús de Praga y en Santa Rafaela María. También podés llamar a secretaría para coordinar otros horarios.
¿Cada cuánto es bueno confesarse?
La Iglesia recomienda confesarse por lo menos una vez al año. Según la disposición de cada uno, la confesión puede ser más frecuente y esto nos permite seguir estando más atentos a cómo el Espíritu Santo nos guía y ayuda. En el caso de pecados graves, es conveniente confesarse pronto.